miércoles, 14 de diciembre de 2011

La Ranita Verde

LA RANITA  VERDE




            A mi hija Maruca por sí le recuerda algo.



Había una niña que tenía un bonito pelo rubio y rizad y protestaba todos los días cundo su mamá la tenía que peinar porque como se le enredaba decía que le daba tirones y le hacía daño.
-¡Mamá que me “tilas tilones”!
Un día su mamá le dijo
-Ven te peinaré en el jardín al lao del arroyuelo y te contare un cuento.
-Si mamá si, cuéntame el de la Ranita Verde.
-Bien, dijo la mamá, ahí va.

Erase que se era una niña como tú a la que su mamá la estaba peinando en el jardín de su casa junto a un riachuelo cuando vio entre las piedra de la orilla saltando alegremente de una a otra había una ranita verde que se pasaba todo el rato que ella estaba allí.

Todos los días la ranita verde acudía con sus salto, hasta que al cabo de una semana después de saltar se quedo quieta sentada sobre una piedra con sus ancas dobladas dispuesta a saltar nuevamente pero mirándola fijamente con sus ojos redondos y saltones.

La niña al principio no le izo mucho caso pero cuando en los días siguientes siempre la veía allí sentada sin saltar mirándola fijamente le pareció que la encontraba un poco triste y como queriéndole decir algo, entonces en un impulso alargo la mano para cogerla pero en aquel momento desde la mata de la orilla rápidamente salto un feo y peludo sapo hacia ella la rana dio un tremendo salto y desapareció.
En los días siguientes la niña siempre veía a la ranita quieta, mirándolo con sus ojos saltones y tristes y al feo sapo acechando entre las matas y como sentía mucha pena por ella y quería saber la causa de su tristeza rápida como un relámpago alargo la mano y antes del que el sapo las atacase la cogió la acaricio y le dio un beso.

Al momento la rana se convirtió en un apuesto príncipe vestido de brocado de oro y verde que le dijo que el feo sapo era un malvado brujo que en venganza e no querer casarse con su hija lo había encantado a ser rana hasta, que alguna bondadosa joven se apiadase de él, viéndole como rana y el diese un beso con lo que rompería el hechizo.
-Tú me has salvado, ¿quieres casarte conmigo? ¿Me quieres?
-¡Claro que te quiero! Si ya te quería cuando eras rana.
Se casaron y fueron muy felices y cuando ya eran reyes tuvieron siete preciosas princesitas a cual  más bella; todas tenían los ojos del color de un caramelo de miel y el cabello como el cobre bruñido cuando el sol arranca reflejos de él.

 La noticia de las siete bellas princesa corrió por todos los reinos vecinos y lejanos y todos ellos vinieron príncipes y nobles caballeros deseosos de conocerlas y de poder casarse con alguna de ellas, pues ya estaban artos de bellas princesas de largas trenzas rubias ojos azules y coronas de oro.
A las princesitas sus hada madrinas al nacer les habían dado  cada una, una corona entre tejida de algas y musgos verdes y los nombres de: Marisol, Marimar, Aurora, Rocío, Nieves, Alba y Estrella y realmente eran tan bellas como sus nombres indicaban.

Para celebrar las bodas se organizaron, Torneos, Justas y Grandes Fiestas, para el pueblo con Juglares, Músicos, Titiriteros y Grandes mesas llenas de manjares para todos y cuando llego el momento de las bodas había que ver la comitiva que los acompañaba y a las princesas con sus esposos formando un procesión realmente maravillosa.

Todas llevaban un traje de seda azul como el cielo y un manto cada una de un color de los del arcoíris y sosteniendo sus cabellos que caían como una cascad de fuego pálido su corona de algas y musgos vedes. No se podía ver nada más hermoso.

Se casaron y vivieron felices y como había tanta gente comieron muchas, muchas, muchas perdices.
Y colorín colorado el cuento de la ranita vede se ha terminado.



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