Aquella colina cubierta por un espeso bosque de robles con frecuencia se mecía azotada por el viento que arrastraba en remolinos hojas, pequeñas ramas, semillas y todo lo que encontraba a su paso. Dos de esas pequeñas bellotas fueros a parar a n verde y extenso prado que había cerca y allí quedaron enterradas las dos juntas, tan juntas que al cabo de algún tiempo con las lluvias del otoño, las nieves del invierno y
los soles del verano germinaron y brotaron dos pequeños tallos uno junto al otro tan
cercanos que el mismo viento al mecerlos los trenzaba entre sí llegando a formar como un solo tronco que con el tiempo fue haciéndose cada vez más fuerte y resistente.
Tuvieron que pasar muchos años para que aquel pequeño y frágil arbolillo se convirtiese en un verdadero roble grande y fuerte y se llenase de ramas capaces de dar sombra y frutos.
Al principio solo fue una rama la que brotó, pero al cabo de un par de años salió otra y después otra y otra y otra y así hasta ocho preciosas y frondosas ramas que cuando fueron lo suficientemente fuertes también dieron a su vez otros vástagos (sus propios frutos).
Algunos leñadores codiciosos al ver aquel árbol tan fuerte quisieron hacer leña de él pero al haberse trenzado los dos brotes primitivos tan fuertemente se había formado la madera tan dura y resistente que solo consiguieron que sus hachas rebotasen el ella y se rompiesen dejando apenas unas señales que el tiempo y la savia que producían sus raíces se encargaron de borrar, y cosa curiosa, solo quedo al fin una marca en el tronco que se asemejaba a dos letras entrelazadas.
Cuando brotó la primera rama, al principio se la veía muy frágil, pero poco a poco fue cobrando fuerza y al cabo de unos años también se volvió vigorosa y pudo dar sus frutos que después se convirtieron en otras cinco ramas de las cuales la primera dio un fruto, la segunda dos, la tercera dio cuatro, la cuarta otros dos y a la quinta por ser la más joven todavía no le ha llegado el turno.
De la segunda rama del padre roble brotaron otras dos maravillosas.
También de la tercera salieron otros dos fuertes brotes.
La cuarta rama aunque no dio frutos es la más frondosa y la que más dulce produce la sombra.
La quinta también tuvo otras dos ramas mas, una ya a punto de florecer con lo que el roble seguirá creciendo.
De la sexta también nacieron otras dos fuertes y llenas de vida.
La Séptima rama, como las otras, tuvo otras dos, preciosas y prometedoras.
Y la Octava y última rama del viejo roble dio un último vástago formando así un hermoso árbol capaz de seguir creciendo.
Ha pasado el tiempo pero allí sigue el árbol en pie, firme, aguantando tormentas y disfrutando bonanzas y recreándose en cada nuevo fruto que le proporcionan sus ya robustas ramas.
Cuando pasa alguien por el prado y ve al viejo roble no puede menos que sentarse a disfrutar de su sombra, descansar recuperar fuerzas y luego pensar…
¡Que seca y arrugada se ve su corteza pero que fuerte y firme se le sigue viendo y que sombra y que frutos tan magníficos tiene! ¡Ese árbol ha cumplido su misión, ha tenido que soportar mucho pero ha servido para algo! ¡Merece la pena!
La abuela Septiembre 2010
EL ROBLE VIEJO
De aquel viejo roble altivo y desafiante capaz de albergar bajo la sombra de sus ramas a todo caminante que quisiera refugiarse bajo ella, ya no queda más que eso, las ramas, el tronco esta vacio y seco que al faltar una mitad de él la otra mitad ya no tiene ni energía ni estimulo para seguir proporcionando alimento a sus ramas que por otra parte al sentirse ya fuertes y capaces no se lo reclaman; el viejo árbol solo se mantiene en pie gracias a que sus raíces se templaron tanto y son tan profundas que aunque el tronco no tenga fuerzas son capaces d sostenerlos, y proporcionarle la necesaria para que las ramas se mantenga unidad y no se desplomen.
Ese tronco que tanta vida repartió esta tan gastado, tan vacio y seco por dentro desde que se seco su otra mitad que ya no le queda ni un resquicio si quiera donde pueda albergarse alguna alimaña, afortunadamente por fuera no lo parece.
A veces siente o cree sentir que alguna rama quizás debido a su propio peso que tiene q soportar empieza a resquebrajarse con peligro de desgajarse de su bases pero entonces sus raíces con ese maravilloso impulso que se llama AMOR se avivan y mandan una fuerte descarga y esas heridas que empezaba a abrirse se cicatrizan
Y ASI SE SIGUE MANTENIENDO EL VIEJO ROBLE.
Viejo roble en mi camino
Por: (Ariel Beramendi)
Roble añejo de hojas doradas,
contemplas al atardecer de tu vida
respetando la voluntad del Dios de la vida
nadie sabe cuánto sentimiento esconden tus ramas
cuantas cicatrices insensibles han tajado
transeúntes cobijados en tu gentil sombra;
peregrinos pocos que han mitigado tu sed de justicia
tronco verde que aún escondes y proteges
ilusiones jóvenes y sueños reinventados
“Servidor de todos” es y fue tu humilde lema
roble viejo, árbol fuerte,
fiel amigo, incansable peregrino
desafiante de la muerte
constructor de un buen destino
tronco amable que ha sabido
día a día mutilarse para dar calor
a quien triste y pobre ha pedido leña
para calentar su hogar
caminante como soy
me he parado a contemplar
allá arriba en la montaña
¿Qué me quieres tú contar?
Árbol viejo, fuerte y noble
te conozco por tus frutos
que han llegado hasta mi ser
enseñanzas de un amigo de verdad
voy corriendo hasta tu vera
tu corteza quiero ver
son arrugas que han labrado
el trabajo por tu grey
veo tus hojas argentinas
el murmullo de tu voz
eco fuerte que han dejado
semillas que de justicia y de verdad
roble amigo, casi un padre
soy endeble junto a ti
abrazar tu bondad quisiera
y aún mis brazos son pequeños
te prometo cuando vuelva
tu jardín volver a ver
son recuerdos que dan vida
a quien tiene que árbol ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario